Pilar Cabañas Moreno
2007
Silencio interior
Buscar. Sumergirse. Conciliar. Palabras que expresan algunas de las preocupaciones de Ignacio Llamas. Relación de opuestos es el título de uno de un escrito en el deja constancia de ello: disolver la dualidad en los aspectos formales y en los conceptos, de manera que la obra sea percibida como un todo.
En su vida personal confiesa haber comprobado que elementos y sentimientos aparentemente enfrentados son percibidos como unidad: vacío de si mismo y sentimiento de plenitud; sacrificio y placer; luz y oscuridad; desolación y encuentro… Y la experiencia estética que nos lleva a hacer la fuerza de sus imágenes, nos abre a una apreciación intensa de equilibrio.
Somos conscientes de que la obra, la experiencia del creador y la del espectador, son fragmentos de una experiencia colectiva que tienden a articularse en unidad sobre la diferencia.
Una obra. Cristalización de la experiencia en imágenes, puerta entornada a través de la cual quien contempla, se asoma y ve un destello procedente del espacio ubicado en una dimensión distinta de la pura materialidad, en la trastienda.
Ignacio Llamas persigue con sus obras ofrecer la posibilidad de realizar una experiencia estética. Experiencia que el profesor José Jiménez asimila con la valentía de dar un salto en el vacío, tanto por parte de quien la engendra buceando en las raíces de los sentidos, como de quien se atreve a revivirla. Pero asumido el riesgo, dicho salto siempre tiene la potencialidad de aumentar nuestro conocimiento y desarrollar nuestra sensibilidad (1).
Este mismo profesor, catedrático de Estética y Teoría del arte de la Universidad Autónoma de Madrid, llega a afirmar que el “aprendizaje de la soledad” es la dimensión más profunda del arte, el motivo por el cual más nos enriquece como seres humanos.
La obra de arte debe invitar y favorecer la detención, la desaparición de los ruidos que nos ensucian por dentro, e incluso nos confunden, sin ser siquiera conscientes de ello.
Silencio interior es el título de una de sus últimas series. Comunicación sin palabras, desde la intimidad del corazón del artista a la callada mirada del espectador, quien se interroga con los ecos que las formas provocan en su soledad interior. Paredes blancas, huecos, puertas y ventanas por las que penetrar en el vacío que encierran, para que el espectador callado se pueda recorrer.
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(1) JIMÉNEZ, José (2002). Teoría del arte. Madrid, Alianza, p.247