Ignacio Llamas

2004

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Relación de opuestos

Cómo lograr decidirse en la elección entre lo natural y lo artificial, o entre lo material y lo inmaterial, lo universal y lo particular, la palabra o la imagen, la figuración o la abstracción, o entre la comunicación directa y el poder de sugerencia.

¿Sería posible liberarse de tan traumática elección? Quizás haya una posibilidad de escoger ambas a la vez. Pero, ¿no son contrarias?, entonces, ¿cómo optar por las dos a la vez? Se puede plantear una sutil y arriesgada posibilidad: confrontar ambas, pero no en una lucha de poder, sino en una relación de diálogo en la que cada contrario se complemente. Se trata de buscar, en la comunión de ambos, el método de trabajo que permita la realización de obras capaces de transmitir el alma del artista, la dualidad en la que siempre se debate. Creaciones artísticas en las que los aspectos formales, de concepto, su carácter comunicativo y espiritual adquieran su justo lugar gracias a una relación de equilibrio, que posibilite percibir la obra como un todo.

Si esto fuera así, nos encontraríamos frente a una definición de arte, algo imposible de enunciar. Definición en la que estaría implícito, no solo el concepto de comunicación, sino, el de sugerencia, no solo el de relación formal y estética, sino el de transmisión espiritual, no únicamente concepción racional sino también conocimiento intuitivo, no solo la impronta vital del artista sino de todo hombre, y por ende no solo su expresión individual, sino también colectiva, es más universal.

A la íntima y profunda experiencia de diálogo creativo entre los opuestos podríamos darle el nombre de Arte. Quizás yerre, pero es posible que, también el nombre de Belleza, convirtiendo así al artista en un mediador, alguien capaz de comunicar el alma humana, capaz de hacer ver la Belleza.