En el proyecto expositivo que se presenta Llamas juega de un modo poético, creativo y simbólico con dos temas, el binomio VIDA – MUERTE. La ruina, el vacío, los errores o la anulación son algunos de los elementos que de modo plástico y conceptual Llamas maneja para trasladar sus planteamientos al ámbito artístico, como medio de comunicarse y reflexionar de un modo intuitivo con el espectador. En esta ocasión el acercamiento a estas cuestiones es mucho más orgánico, centrando la atención en el árbol como elemento referencial y simbólico para hablar de los procesos de cambio que se dan en el ser humano, hasta llegar a su desaparición.
Para ello se plantea en esta ocasión insertar una obra de carácter instalativo en la Iglesia de Sant Miquel de la Seu d ́Égara (Terrassa). Dicho espacio posee una fuerte personalidad por su definición espacial y por la expresividad de las formas y los materiales constructivos.
En el verano de 2019 tuve la ocasión de visitar un lugar singular, que había generado la naturaleza. En medio de un frondoso bosque, atravesado por un río, se había producido, hacía pocos años, un corrimiento de tierras que taponó dicho caudal y originó un pequeño lago. La consecuencia fue que parte del bosque quedó inundado. Emergió una enorme mancha despoblada en medio del florecer de la vida.
LO QUE LA LUZ ENCUBRE es el título de la propuesta visual que surge del acercamiento a esta masa forestal que se encuentra cerca del pueblo de Corniolo, en Italia. Al pasear por este lugar descubrí, una vez más, que la naturaleza nos enseña, de un modo sobrecogedor, la estrecha relación que hay entre las luces y las sombras, entre vida y muerte, y como esta vinculación puede alcanzar grados de belleza extraordinarios.
Llevaba tiempo reflexionando sobre las relaciones entre la vida y su ausencia, y como, en algunas ocasiones, se unifican dolor y belleza de un modo extraño, llevando a esta última a acepciones muy alejadas de la amabilidad y cordialidad que la historia del arte generalmente le ha atribuido.
A pesar de que la obra de Ignacio Llamas habla permanentemente del ser humano, resulta significativo el hecho de que éste no parezca nunca en sus creaciones. Se hace alusión a él mediante elementos como la maleta o la silla, referencias asiduas en su producción. También se alude al hombre mediante la huella que deja: puertas entreabiertas, interiores de viviendas o elementos naturales que crecen dentro de espacios arquitectónicos. Pero, sobre todo, se habla de él por su ausencia.
El ser humano es el referente nuclear en la obra de Llamas, es el contenido que, de forma insistente, aborda su trabajo. Los espacios vacíos son utilizados como metáfora del interior de cada persona. A través de esta imagen nos habla de las luces y las sombras que cada uno llevamos dentro. Un paseo por cualquiera de sus exposiciones es una invitación que el artista nos hace a mirar dentro de nosotros mismos, una propuesta de viaje hacia nuestro propio interior, y allí descubrir lo positivo y lo negativo que todos escondemos. La luz en su obra adquiere un papel protagonista, es el instrumento que Llamas utiliza para proponernos la transformación de lo negativo en positivo, para plantearnos la resiliencia como un acto de supervivencia y de donación, a un tiempo. Ver nuestros traumas, angustias y límites como una oportunidad de crecer, madurar y convertirse en alguien mejor, capaz de aportar a la sociedad todo lo positivo que la experiencia de reconstrucción, tras un proceso de dolor, nos ofrece.
El silencio, el vacío, la mirada interior o la soledad son parte del lenguaje conceptual que la obra de Llamas nos plantea.