Del 27 de julio al 26 de octubre de 2024, en el Palazzo D’Avalos de Pescara (Italia), se podrá ver la muestra comisariada por Antonio Zimarino e integrada por obras de: Lucilla Candeloro, Bruno Ceccobelli, Malihe Darkei, Paolo Dell’Elce, Gianni Dessì, Marilù Eustachio, Mohammad Ali Famori, Andrea Fogli, Elisa Garrafa, Ugo Giletta, Ignacio Llamas, Giuseppe Salvatori.
Los artistas invitados tienen una gran diversidad en cuanto a procedencia, formación y cultura; cuentan con una experiencia nacional e internacional de absoluto prestigio y profundidad cultural.
Entre ellos no hay homogeneidad de temas, estilos, formas o medios artísticos, que serían en cambio los ámbitos en los que las exposiciones suelen tender a buscar conexiones y temas para estructurarse.
Con su búsqueda formal y expresiva, nunca banales, nunca dadas por supuesto, estos artistas nos ofrecen la oportunidad de encontrar visiones complejas, nacidas de una visión inteligente, que posibilita el interpretar el mundo, la vida y la cultura de otro modo, lejos de las apariencias y las convenciones. Obras que hay que entender cómo lugares de reflexión que nos permiten reactivar nuestra curiosidad e inteligencia.
Su punto de relación está en un acercamiento a la imagen que nos gusta llamar «ético» porque con su diversidad pretenden crear una relación profunda y participativa con el observador para compartir y construir con él una relación, una mayor intimidad e implicación con las grandes cuestiones de la vida, con los misterios e incertidumbres que son inherentes a las imágenes propuestas.
Estas obras dejan «huellas»: no basta con mirar sus «superficies» más o menos espectaculares, sino que hay que volver varias veces a ellas y mirar con inteligencia y profundidad, observar sus «trazas» intentando comprender adónde nos lleva. A medida que las observamos, empezamos a ver y a comprender lo que se mueve detrás de la evidencia: esto es, su rastro profundo, el campo de lo incierto, de los lugares imprevisibles de la imaginación y del gesto creativo.