La sala L del Museo de Fotografía/Fundación Antonio Pérez ofrece al visitante una amplia selección de la obra fotográfica del artista Ignacio Llamas.
Junto a la serie «Volver, vacíos, al vacío», que da título a la muestra, se podrá contemplar imágenes de otras dos series: «Lo que la luz encubre» y «Soledades».
La exposición se completa con la instalación escultórica «Vaciamientos»
Volver, vacíos, al vacío. Ignacio Llamas
Sin trucos, sincera, sin imposiciones dogmáticas, así es la obra de Ignacio Llamas.
Volver, vacío, al vacío es una exposición para dejarse llevar por la contemplación. En ella nuestra visión, la percepción del espacio y nuestro silencio interior son los elementos, que activados, nos permitirán descifrar las metáforas construidas por la naturaleza, que el artista ha transformado en estímulos para nuestro ser.
La obra de Llamas es espiritual. No se apega a la materia del objeto. No se queda sujeta a una hermosa imagen. No depende de una narración. No transmite un sesudo u ocurrente concepto. No. La obra de Llamas cuenta contigo como espectador. Cuenta con tu deambular, con tus necesidades y traumas, con tu apertura de mente y tu vaciamiento. Ante ella nuestro ánimo se esponja y nuestro espíritu va más allá, como si detrás de sus fotografías hubiera un mundo escondido, que alcanzamos a entrever. El arte tiene esa capacidad de desvelar misterios. La materia es el marco de representación de un lugar mediúmnico donde la verdadera vida sea posible.
Volver, vacíos, al vacío nos permite contemplar obras de distintas series, de manera que podemos vagar entre las luces, la bruma y las sombras de Soledades (2014- 2015); preguntarnos por lo que la luz no ilumina en Lo que la luz encubre (2019- 2023); podemos sentir la frialdad de la nieve en Volver, vacíos, al vacío (2023- 2024), serie que da título a la muestra, donde podemos intuir cómo del dolor puede surgir belleza, mientras que en Vaciamientos (2019) el ojo invita a la mano a buscar certezas, y a discernir el porqué de tal título.
En los espacios se conjugan la fotografía y la instalación. La obra de Llamas nos ofrece una gran variedad formal, de recursos estéticos y de elementos. Nieve, troncos de árboles muertos, agua, ramas con una vida latente, vasijas contenedoras, cajas de hormigón que no se pueden abrir, lugares deshabitados, sillas que esperan a quien quiera llegar –o quizás al olvido–, oquedades, luces y sombras, son todos elementos que veremos a nuestro alrededor. Frente a ellos sentiremos lo que es la ausencia, comprenderemos el poder de la transformación, la necesidad de la unidad de contrarios, pero ante todo percibiremos la potencia regeneradora del arte y del ser.
Pilar Cabañas