Vaciamientos, 2019
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Vaciamentos
La obra “Vaciamientos” corresponde a una forma instalativa en la que quince cajas, colocadas en línea, atraviesan el espacio con una presencia rotunda. Consiste en una sucesión de vaciados en cemento de cajas de cartón. Aparte del paralelismo de que el título de la pieza esté relacionado con el nombre de la técnica empleada, se trata de una propuesta acerca del vacío que da lugar a un salto estilístico y conceptual muy destacable.
Se vuelve a tratar aquí el tema de la identidad, en esta ocasión por lo que implica la perdida de ésta. En una caja su función reside en la capacidad para contener objetos. En esta obra dicha capacidad se elimina, con lo cual la identidad se niega y abre paso a una cuestión esencial: ¿Se le puede seguir llamando caja aunque una lectura superficial nos lo trate de imponer?
Este argumento es usado como metáfora para hablar de la identidad del ser humano y de la ausencia de ésta. De lo que construye la identidad profunda de una persona y de lo que es solo apariencia.
Debido a la complicada ejecución del vaciado, causada en parte por la naturaleza de los materiales empleados, el pesado cemento, mezcla de gris y blanco, se ha adaptado con dificultad al molde de cartón, dando lugar a ciertas manchas e imperfecciones que alejan esta obra de la pulcritud de otros trabajos y que aportan algo fundamental, la incorporación del error y de la imperfección como elementos importantes del proceso de creación. Son piezas alejadas de la belleza y que tomadas aisladamente podrían ser definidas como “antipiezas”, si se usa como referencia el trabajo anterior del artista. Se ha producido, sin buscarla y probablemente sin desearla, una pérdida de la estética para centrar el foco de interés en los conceptos presentados. Esta pérdida ha aportado, sin embargo, un aumento de la capacidad poética al conjunto. La colocación de las piezas, de pared a pared, causa una ruptura en el espacio que limita el acceso pero que, paradójicamente, introduce al espectador en la obra.
Como en tantos casos, lo que no se ve es fundamental. Unas sencillas cajas de cartón muestran aquí la relatividad en cuanto a la aparente “nobleza” de los materiales. Si un material puede ofrecer tan numerosas posibilidades expresivas es porque el artista ha explorado su identidad para descubrir que no tiene más límites que los que corresponden a su propia idiosincrasia y a la capacidad de quien los utiliza.
En esta pieza el elaborado tratamiento de los materiales no ha sido sencillo, pero ha conseguido expresar la compleja relación de la dualidad de los conceptos de lleno y vacío. El trampantojo que se muestra es fácil, transmite una idea, no pretende engañar.
A partir de ahí se trabaja el vacío planteando lo lleno. Una caja maciza es caja y no lo es. Las cajas llenas que no pueden contener nada pierden su función, su condición liviana pasa a ser pesada, pero están llenas de vacío. Es la identidad anulando la identidad, ya que el lleno no se puede llenar. La función determina la identidad.
Chocando con la identidad se llega a la poética que aporta lo que no está. El vacío es ausencia que evoca una presencia. Identidad, a veces, es disolver la identidad.
La identidad de esta obra aporta una idea clave, lo negativo, lo gris, lo imperfecto, te puede construir. La identidad en estas piezas se construye a través de la dualidad. Así como cualquier hecho, pensamiento o fenómeno, lleva implícito su contrario (no habría luz si no existiera la oscuridad), es la unión de los contrarios (lo que está y lo que no) la que completa la idea. Por la forma en la que se han trabajado esos conceptos en esta pieza, los paralepípedos de cemento gris actúan casi como cicerones que acompañan las reflexiones que pueden surgir en el espectador acerca de la propia identidad, una de las grandes cuestiones de la existencia humana.