Términos como mística, intimidad, introspección, silencio o subjetividad acompañan con frecuencia el relato de la obra de Llamas. En el proyecto que ha creado en exclusiva para el CAB elabora una nueva narración en su quehacer argumental: la identidad como noción ambigua, cada vez más alejada de la emancipación personal y colectiva y, por el contrario, más cercana a la soledad y al silencio.
La publicación cuenta con un magnífico texto de Javier del Campo en el que se vincula la temática de la identidad con el vacío, por un lado, y con el silencio, por otro. Tres conceptos claveteara realizar una lectura acertada de la propuesta expositiva que Llamas ofrece en el centro burgalés.
“La relación que Llamas establece entre el vacío y la identidad nos sitúa frente a una cuestión esencial: si el vacío es el no ser, como entendían los presocráticos y más tarde Aristóteles y el racionalismo cartesiano, su existencia es imposible; si, por el contrario, el vacío es real, como explicaron los atomistas antiguos, su esencia vendría a equipararse con el espacio no ocupado. Esa idea, mantenida por la física newtoniana, permanece en nuestro imaginario como una suerte de dominio acotado que la tradición filosófica moderna refuta, con Kant, al identificarlo con la ausencia absoluta. ¿Cómo representar entonces la nada? ¿Cómo sentir la vacuidad completa? ¿Cómo provocarnos el efecto de suspensión incluso de la existencia –propia, ajena– que intuimos distintivo del vacío?”
Javier del Campo
“Pero Llamas utiliza la música. Sus instalaciones son sonoras. Se acompaña de sonidos muy elegidos, precisos, nada casuales. Un modo, detalla él mismo, de subrayar el silencio, de cerciorarnos de su vigencia, de acudir a su refugio. Creada a partir de collages sonoros (instrumentos, accidentes atmosféricos, sonidos electroacústicos), funciona como un gran mapa en el que las curvas de nivel generan ondas elásticas que provocan una cierta tensión emocional. Como es sabido, el sonido necesita de un medio material para propagarse. No hay sonido en el vacío. Es la ausencia de sonido la que intuimos como una forma de vacío.”
Javier del Campo