Uncertainties, 2010 - 2014
Uncertainties
Con Incertidumbres Ignacio Llamas vuelve a explorar el territorio de las transversalidades disciplinares en coherencia con esa obsesión suya por eliminar las barreras perceptivas preestablecidas en la mente del espectador. Con estas incertidumbres desaparecen algunas certezas formales y por extensión otras convicciones interiorizadas de forma automática y poco reflexiva.
Esta serie se compone de una constelación de pequeñas piezas de metal que tienen la doble condición de fotografías y esculturas. El soporte metálico, oxidado, áspero al tacto y sensorialmente pesado en su evidente densidad, aporta la dimensión escultórica. Las láminas de acero se curvan en ángulos rectos o se cierran sobre si mismas formando cajas. Las primeras adoptan la fotografía como epidermis, las segundas, a la inversa, enmarcan las imágenes. El binomio no tiene jerarquía, fotografía y soporte metálico se alternan en la comunicación. Deliberadamente la escala de las piezas se ha reducido al máximo, su identidad individual se diluye en el espacio expositivo, diríamos que se atomiza, y la virtud de la obra es la forma en la que cada “partícula” se conecta con la totalidad del complejo.
Una vez más, Ignacio Llamas pone al espectador en jaque. Es necesario trabajar la pieza para no irse de vacío. Hay que buscar el sentido en la lectura de cada caja metálica pues cada una de ellas abre una ventana diminuta a un espacio deshabitado pero ya familiar. Todas las virtudes de la obra de Llamas, su potencia metafísica, su esencialidad plástica, su diafanidad extrema, la metáfora de lo interior hecha arquitectura, su ausencia de ruido superfluo, están todas condensadas homeopáticamente en las piezas de la serie Incertidumbres.
Hay quien ha visto en estas imágenes “espejos de mundos interiores… que encierran pequeñas tragedias”. Si aceptamos la condición de espejos para estas piezas añadiremos una dimensión mágica nada desdeñable. Pasamos de espectadores a protagonistas, ingresamos en ese espacio de la desolación humana en el que no hay lugar para la pasividad. El espejo es el gran interrogador, el más directo y menos eludible. Frente al espejo no cabe ponerse de perfil. Son estos espejitos un brillante reclamo al que su pequeño tamaño les hace aparentemente inofensivos, pero una vez que se entra en su campo magnético las certezas se vuelven inevitablemente Incertidumbres.